El impacto que el nuevo virus está teniendo en la salud física y mental a nivel mundial ha quedado más que patente en los últimos meses. Con aproximadamente más de 17 millones de personas contagiadas y más de 667.000 fallecidos en todo el mundo, todo indica que estas cifras seguirán creciendo en muchos países, durante los próximos meses. Por otra parte, a finales de marzo se estimaba que un 40% de la población mundial se encontraba confinada, con la consecuente afectación a nivel psicológico de este tipo de situaciones, en niños, adolescentes y adultos. Por lo tanto, además de las consecuencias que esta pandemia está teniendo en la salud pública (Onder, Rezza y Brusaferro, 2020) también se espera que tengan un impacto muy importante en la salud mental (Fiorillo y Gorwood, 2020; Li, Wang, Xue, Zhao y Zhu, 2020; Torales et al., 2020).
Fiorillo & Gorwood (2020), consideran que las consecuencias negativas psicológicas de la pandemia pueden ser particularmente grave en cuatro grupos de personas: a) Los que han sido directamente o indirectamente en contacto con el virus; b) los que ya son vulnerables a las o estresantes psicosociales (incluidas las personas afectadas por problemas de salud mental); c) profesionales de la salud (debido al mayor nivel de exposición); y d) incluso las personas que siguen la noticias a través de los medios de comunicación.
Las medidas de contención (p.ej., la cuarentena y el distanciamiento social, y el autoaislamiento), a pesar de ser necesarias para contener la pandemia, han tenido un impacto perjudicial en la salud mental. En particular, el aumento de la soledad, la reducción de las interacciones sociales, la preocupación por la salud propia y la de los seres queridos (en particular los ancianos o los que padecen alguna enfermedad física), así como la incertidumbre sobre el futuro, pueden generar o exacerbar síntomas de miedo intenso, ansiedad, depresión, estrés y consumo de sustancias (Fiorillo y Gorwood, 2020; Li, Wang, Xue, Zhao y Zhu, 2020; Torales y otros, 2020). La detección temprana de estos problemas, junto con el tratamiento adecuado, pueden evitar que se prolonguen inecesariamente, aumentando el riesgo de padecer trastornos de salud mental más graves, incluidos trastornos de ansiedad como el pánico, el obsesivo-compulsivo, el estrés y los trastornos relacionados con el trauma (Fiorillo y Gorwood, 2020).
El incremento de trastornos de salud mental empieza a ser una realidad confirmada por algunos estudios conducidos en China. En un primer estudio realizado por Wang et al. (2020) tras realizar una encuesta sobre 1210 personas se observó que el 53.8% valoró el impacto psicológico de la situación como moderado-grave, un 16.5% refirió síntomas depresivos entre moderados o graves, un 28.8% síntomas de ansiedad entre moderados o graves y un 8.1% niveles de estrés entre moderados o graves. En otro estudio, conducido en la ciudad de Wuhan, se observó que los profesionales sanitarios reportaban más problemas de salud mental como estrés, ansiedad, síntomas depresivos, insomnio, o miedos muy intensos. Estos problemas de salud mental no sólo afectaban a la atención, la comprensión y la capacidad de decisión de los trabajadores médicos, lo que podría obstaculizar la lucha contra COVID-19, sino que también tenían un efecto duradero en su bienestar general (Kang et al., 2020). Otra revisión sistemática reciente, que incluía estudios realizados principalmente en China, concluye que esta pandemia puede tener un impacto directo en problemas de ansiedad y depresión (16-28%), el estrés (8%), y alteraciones importantes del sueño (Rajkumar, 2020).
Poco a poco, empiezan a llegar datos y cifras de otros países. De acuerdo con un informe reciente de la OMS (World Health Organization [WHO], 2020), en Canadá, se ha estimado un notable incremento del consumo de alcohol durante la pandemia, sobre todo en personas entre 15 y 49 años. El mismo informe destaca que en Reino Unido, un mayor número de jóvenes habían necesitado ser atendidos por servicios de salud mental, y el 32% de la muestra coincidió en que la pandemia había empeorado mucho su salud mental. En otro estudio realizado en Etiopía en abril de 2020 se informó de que la prevalencia de los síntomas de depresión se había triplicado en comparación con las estimaciones de Etiopía antes de la epidemia (World Health Organization [WHO], 2020).
En España e Italia, dos de los países más afectados por la COVID-19, un estudio muy reciente, aporta los primeros datos sobre impacto emocional de la cuarentena en los niños y adolescentes (Orgilés, Morales, Delvecchio, Mazzeschi, & Espada, 2020). Específicamente, tras enviar una encuesta a 1.143 padres de niños/adolescentes italianos y españoles de 3 a 18 años, los resultados apuntan que: El 85,7% de los padres percibió cambios en el estado emocional y el comportamiento de sus hijos durante la cuarentena. Específicamente, los síntomas más frecuentes fueron dificultad de concentración (76,6%), aburrimiento (52%), irritabilidad (39%), inquietud (38,8%), nerviosismo (38%), sentimientos de soledad (31,3%), malestar (30,4%) y preocupaciones (30,1%).
De acuerdo con Orgilés et al. (2020), considerando el impacto negativo psicológico de la cuarentena en los jóvenes italianos y españoles, es necesario de forma urgente, reforzar y detectar lo antes posible a los niños con problemas emocionales y de comportamiento para mejorar su bienestar emocional y evitar futuros trastornos mentales. Una prioridad inmediata es la recopilación de datos de alta calidad sobre los efectos de la pandemia de COVID-19 en la salud mental de toda la población y los grupos vulnerables, y sobre la función cerebral, la cognición y la salud mental de los pacientes con COVID-19 (Holmes et al., 2020).
Parece que tanto la OMS, Naciones Unidas, y la Comisión por la salud global Lancet, coinciden en destacar que los problemas de salud mental existen a lo largo de un continuo que va desde el malestar leve y limitado en el tiempo hasta las condiciones de salud mental graves. La pandemia COVID-19 influye en el lugar donde las personas se sitúan dentro de ese continuo. Muchas personas que anteriormente tenían pocas experiencias de ansiedad y angustia pueden experimentar un aumento en la frecuencia e intensidad de estos síntomas. Y aquellas personas que anteriormente tenían un problema de salud mental, pueden experimentar un empeoramiento de su condición y una mayor afectación en diferentes áreas de su vida.
Desde PSICONEXIA, consideramos que podría ser muy interesante contar con el sistema de clasificación de riesgo psicopatológico que ofrece el instrumento de evaluación de nuestra plataforma. Determinar qué personas tienen un riesgo bajo, medio o alto de sufrir un determinado problema psicológico puede ser de gran ayuda para monitorizar la salud mental de población general y los grupos más vulnerables, y a su vez, optimizar la efectividad de los tratamientos psicológicos. Es decir, disponer de esta información actualizada puede ser de gran utilidad para destinar atención inmediata en cualquier momento que la persona lo necesitara. Y más importante aún, poder destinar intervenciones preventivas en aquellas personas que, aún sin presentar un riesgo psicopatológico alto, sí presentan cierta sintomatología que podría empeorar a largo plazo.
Como especifican Fiorillo y Gorwood (2020), es fundamental la detección temprana de estos problemas, que, junto con el tratamiento adecuado, pueden evitar que se prolonguen innecesariamente, aumentando el riesgo de padecer trastornos de salud mental más graves, incluidos trastornos de ansiedad como el pánico, el obsesivo-compulsivo, el estrés y los trastornos relacionados con el trauma.
Referencias
- Li, S., Wang, Y., Xue, J., Zhao, N., & Zhu, T. (2020). The impact of COVID-19 epidemic declaration on psychological consequences: a study on active Weibo users. International journal of environmental research and public health, 17(6), 2032.
- Fiorillo, A., & Gorwood, P. (2020). The consequences of the COVID-19 pandemic on mental health and implications for clinical practice. European Psychiatry, 63(1).
- Onder, G., Rezza, G., & Brusaferro, S. (2020). Case-fatality rate and characteristics of patients dying in relation to COVID-19 in Italy. Jama, 323(18), 1775-1776.
- Holmes, E. A., O’Connor, R. C., Perry, V. H., Tracey, I., Wessely, S., Arseneault, L., … & Ford, T. (2020). Multidisciplinary research priorities for the COVID-19 pandemic: a call for action for mental health science. The Lancet Psychiatry.
- World Health Organization. (2020, May 14). Substantial investment needed to avert mental health crisis. Retrieved from https://www.who.int/news-room/detail/14-05-2020-substantial-investment-needed-to-avert-mental-health-crisis
- Office for National Statistics, Statistical bulletin: Coronavirus and the latest indicators for the UK economy and society: 14 May 2020.
- Torales, J., O’Higgins, M., Castaldelli-Maia, J. M., & Ventriglio, A. (2020). The outbreak of COVID-19 coronavirus and its impact on global mental health. International Journal of Social Psychiatry, 0020764020915212.
- Wang, C., Pan, R., Wan, X., Tan, Y., Xu, L., McIntyre, R. S., … & Ho, C. (2020). A longitudinal study on the mental health of general population during the COVID-19 epidemic in China. Brain, behavior, and immunity.
- Kang, L., Ma, S., Chen, M., Yang, J., Wang, Y., Li, R., … & Hu, S. (2020). Impact on mental health and perceptions of psychological care among medical and nursing staff in Wuhan during the 2019 novel coronavirus disease outbreak: A cross-sectional study. Brain, behavior, and immunity.
- Rajkumar, R. P. (2020). COVID-19 and mental health: A review of the existing literature. Asian journal of psychiatry, 102066.
- Orgilés, M., Morales, A., Delvecchio, E., Mazzeschi, C., & Espada, J. P. (2020). Immediate psychological effects of the COVID-19 quarantine in youth from Italy and Spain. PsyArXiv Preprints.
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