La Salud mental es un concepto que en ocasiones no ha recibido la atención necesaria y que nos afecta en gran medida en nuestro día a día. Todos vivimos momentos de alegría, tristeza, sorpresa o miedo, siendo emociones que integramos en nuestra vida cotidiana. Sin embargo, para muchas personas el día a día puede suponer todo un reto, atenazados por miedos que escapan a toda lógica, pensamientos o actos que no pueden controlar, sensaciones físicas que les provocan sufrimiento, sentimientos de apatía, vacío o incluso euforia desbocada o concepciones sesgadas de sí mismos, los demás o del mundo que les rodea. Todo ello, mantenido a lo largo del tiempo, llega a limitar en gran medida su funcionamiento o incluso ser un riesgo para su integridad psíquica y/o física.
Ansiedad, depresión, estrés, adicciones, fobias, problemas alimentarios… son algunos de los problemas de salud mental más frecuentes. Estos son solo unos pocos ejemplos, y probablemente no sea necesario irse muy lejos para encontrar a alguien que sufra por alguna de estas problemáticas: la pareja, padre, madre o hermano, un amigo o incluso nosotros mismos podemos estar experimentando o llegar a desarrollar algún problema de salud mental. Muchos de estos casos no son detectados ni evaluados correctamente, y, por lo tanto, no reciben la atención adecuada. Teniendo todo esto en mente, nos planteamos esta pregunta: ¿Por qué es necesario investigar en salud mental? Y específicamente, ¿Por qué es necesario destinar tiempo, esfuerzo y recursos para desarrollar un instrumento de detección de problemas de salud mental?
Una primera respuesta la podríamos encontrar en que la salud mental es uno de los principales problemas a los que cualquier sistema de salud público debe hacer frente. Y es que, según un informe reciente de Naciones Unidas , el abordaje de problemas de salud mental ha sido considerado como uno de los mayores retos que nuestra sociedad debe afrontar en las próximas décadas (Wang et al., 2007; GBD, 2017), especialmente tras las consecuencias psicológicas, aún impredecibles, de la pandemia mundial COVID-19. Este reto se debe principalmente a la alta prevalencia, a la elevada carga económica en los sistemas de salud y la amplia afectación en la población de los problemas de salud mental.
Los estudios epidemiológicos conducidos a nivel mundial por la Organización Mundial de la Salud (OMS), muestran una creciente prevalencia de trastornos relacionados con la salud mental en todo el mundo. En un estudio anterior a la pandemia, realizado por Naciones Unidas (Wang et al., 2007; GBD, 2017), se estimó que la depresión afecta aproximadamente a un total de 264 millones de personas en todo el mundo.
En Estados Unidos, se estima que entre un 12% y el 47% de su población, desarrollará un trastorno de salud mental a lo largo de su vida (Kessler et al., 2009). Otras previsiones derivadas de otro estudio, también desarrollado en Estados Unidos, sugieren que una de cada dos personas, un 50% de su población, puede desarrollar a lo largo de su vida un trastorno de salud mental (Kessler & Wang, 2008). En Europa la situación no es mucho más alentadora ya que según un estudio europeo de 2010 (Gustavsson et al., 2010) que incluyó treinta países (Unión Europea, más Suiza, Noruega e Islandia), se señala que el 38,2% de sus 514 millones de habitantes, aproximadamente 164.8 millones, sufren algún tipo de trastorno mental.
Además, según la OMS los trastornos mentales, en conjunto, constituyen la causa más frecuente de enfermedad en Europa, por delante de las enfermedades cardiovasculares y el cáncer (WHO Regional Office for Europe, 2005). La misma OMS, informa de cifras muy alarmantes relacionadas con una altísima tasa de suicidios a nivel mundial, más de 800.000 suicidios al año, siendo la segunda causa principal de defunción entre jóvenes entre 15 a 29 años en todo el mundo.
En España, la situación no es mucho mejor. Numerosos estudios anteriores a la pandemia han indicado altas tasas de prevalencia de personas con algún trastorno mental diagnosticado a lo largo de su vida. Por ejemplo, la OMS estima que un 9% de la población española padece en la actualidad, por lo menos, un trastorno mental y más del 15% lo padecerá a lo largo de su vida (WHO Regional Office for Europe, 2005; MSSSI, 2007). Por lo tanto, a partir de estos datos podríamos estimar que, como mínimo, más de 4 millones de personas podrían tener algún trastorno de salud mental en España, una cifra que podría verse incrementada drásticamente si consideramos a aquellas personas con síntomas subclínicos que no cumplen los suficientes criterios para un diagnóstico.
Más recientemente, en la Encuesta Nacional de Salud del año 2017 (ENSE, 2017) se estimó que aproximadamente una de cada diez personas de 15 años o más ha referido haber sido diagnosticada de algún trastorno de salud mental (10,8%). Entre estos trastornos mentales, los más comúnmente diagnosticados a lo largo de toda la vida han sido los trastornos del estado de ánimo (11.4%) y los trastornos de ansiedad (9.3%). Siendo la depresión mayor el trastorno más frecuentemente diagnosticado, con un 3.9% de prevalencia al año, y un 10,5% de prevalencia a lo largo de la vida, seguido por las fobias específicas, el trastorno depresivo persistente (previamente definido como distimia), la ansiedad crónica y el consumo y abuso de alcohol.
¿Y los niños y adolescentes?
Según un estudio de la OMS, a nivel mundial se estima que aproximadamente entre un 5-15% de la población infanto-juvenil presenta trastornos psicológicos que afectan al ámbito personal, familiar, social y escolar (Chan, 2010). Además, se ha observado que aproximadamente un 7-8% de estos, presentan dificultades notables o graves en el funcionamiento psicosocial o educativo. En el caso de España, se estima que entre un 4% y 6% de los niños y adolescentes padecen un trastorno mental grave (Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad, 2014; Ravens-Sieberer et al., 2008). Otro dato para tener en cuenta es que, según Naciones Unidas, la mitad de los trastornos mentales se manifiestan antes de los 14 años, y que más del 70 % de adultos con trastornos mentales empezaron antes de los 18 años. Fuera de estos datos, quedan numerosos problemas psicosociales, personales y familiares, que pese no haber recibido un diagnóstico, siguen afectando de forma significativa al bienestar de niños, adolescentes y sus familiares, pudiendo actuar como factores agravantes de cualquier problemática relacionada con la salud mental de estos.
Por lo tanto, podemos concluir que las cifras de prevalencia de problemas relacionados con la salud mental son muy alarmantes, tanto en población adulta como infanto-juvenil. Puede resultar complicado asumir que los trastornos mentales puedan afectar a más de un tercio de la población europea, y resulta especialmente preocupante que, en todos los países, estos problemas afecten en mayor medida a los grupos más desfavorecidos.
¿Qué podemos aportar desde PSICONEXIA? Nuestro granito de arena.
Teniendo en cuenta la alta prevalencia de problemas de salud mental, surgió la idea de PSICONEXIA, una plataforma digital que pretende dar respuesta a esta necesidad, mediante métodos digitales ágiles y eficientes para detectar e investigar los problemas de salud mental, a través de las ventajas que ofrecen las Tecnologías de información y comunicación (TIC).
Uno de los principales objetivos para desarrollar esta plataforma digital, y específicamente, de validar empíricamente el instrumento de evaluación, Psiconexia Predict, es poder detectar de forma temprana el riesgo de padecer cualquier tipo de trastorno psicológico o problema relacionado con la salud mental tanto en niños y adolescentes como en adultos. Detectar los problemas de salud mental a tiempo resulta fundamental para su correcto abordaje terapéutico y para tener un mejor pronóstico a largo plazo. Para ello, las nuevas tecnologías nos ofrecen una oportunidad única para que, a través de ordenadores, móviles y otros dispositivos, podamos hacer que esta herramienta de evaluación sea mucho más accesible para toda la población.
Además, nuestra herramienta de evaluación cuenta con numerosos módulos de evaluación con el objetivo de detectar un amplio abanico de problemas de salud mental. Entre estos, se incluyen desde los problemas psicológicos más comunes (p.ej., depresión, trastornos de ansiedad, adicciones, etc.) hasta aquellos problemas que, a pesar de que producen una gran afectación, no son habitualmente evaluados en muchas pruebas de screening psicopatológico (p.ej., disfunciones sexuales, trastorno por tics/Tourette, trastornos del neurodesarrollo, trastornos de conducta, anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, trastorno por atracón, trastorno de estrés postraumático, etc.). Finalmente, y relacionado con el punto anterior, la plataforma PSICONEXIA, contará con una funcionalidad importante, y es que, permitirá modificar y añadir nuevo contenido con total libertad, permitiendo a cada profesional poder personalizar y flexibilizar su evaluación para cada paciente. Así pues, nuestro objetivo a largo plazo es seguir creciendo, investigando y mejorando la evaluación en salud mental, a través de nuevos módulos, que no estén incluidos en la primera versión.
Referencias
- Chan, M. (2010). Mental health and development: targeting people with mental health conditions as a vulnerable group. World Health Organization, 3(1), 111-21.
- Franco, C., & Arango, C., “Prevalencia de Trastornos mentales en niños y adolescentes”, Monografías de Psiquiatría, Vol. XVI, Nº 3, Julio-Septiembre 2004, Págs. 19-27.
- GBD 2017- Disease and Injury Incidence and Prevalence Collaborators (2018). Global, regional, and national incidence, prevalence, and years lived with disability for 354 diseases and injuries for 195 countries and territories, 1990–2017: a systematic analysis for the Global Burden of Disease Study 2017. The Lancet.
- Gustavsson, A., Svensson, M., Jacobi, F., Allgulander, C., Alonso, J., Beghi, E., … & Gannon, B. (2011). Cost of disorders of the brain in Europe 2010. European neuropsychopharmacology, 21(10), 718-779.
- – Kessler, R. C., Akiskal, H. S., Ames, M., Birnbaum, H., Greenberg, P., . A, R. M., … & Wang, P. S. (2006). Prevalence and effects of mood disorders on work performance in a nationally representative sample of US workers. American journal of psychiatry, 163(9), 1561-1568.
- Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad – MSSSI. (2014). Encuesta Nacional de Salud. España 2011/12. Salud mental y calidad de vida en la población infantil. Serie Informes monográficos no 2. Madrid, España: Autor. Recuperado de http://www.msssi.gob.es/
- MSSSI (2007). Estrategia en Salud Mental del Sistema Nacional de Salud, 2006. Madrid, Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. https://www.mscbs.gob.es/organizacion/sns/planCalidadSNS/pdf/excelencia/salud_mental/ESTRATEGIA_SALUD_MENTAL_SNS_PAG_WEB.pdf
- – MSSSI (2017). Encuesta Nacional de Salud de España 2017. Madrid, Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad.
- Ravens-Sieberer, U., Gosch, A., Rajmil, L., Erhart, M., Bruil, J., Power, M., … & Mazur, J. (2008). The KIDSCREEN-52 quality of life measure for children and adolescents: psychometric results from a cross-cultural survey in 13 European countries. Value in health, 11(4), 645-658.
- Wang et al., (2007). Use of mental health services for anxiety, mood, and substance disorders in 17 countries in the WHO world mental health surveys. The Lancet.
- WHO Regional Office for Europe (2005). Mental health: facing the challenges, building solutions. Copenhaguen, WHO Regional Office for Europe.
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